5.- China

Posted by SOCIALISMO REVOLUCIONARIO On lunes, 5 de mayo de 2008 0 comentarios

China representa una “amenaza estratégica” para Estados Unidos mucho mayor que lo que lo fue Japón en la década de los ochenta. No sólo hemos presenciado el florecimiento de su poder económico sino también su gasto militar y su progreso económico. Éste sigue siendo muy inferior al de Estados Unidos por ahora, pero, proyectado en el futuro, el actual crecimiento de China entrará en colisión con Estados Unidos. Sin embargo, los mismos factores responsables del éxito de China –el crecimiento de la industria y, con él, de la clase obrera– son los que desbordarán esta perspectiva.

La idea de que China, junto con los países que conforman el llamado BRIC[1], podría protagonizar la salvación del capitalismo mundial –idea a la que contestamos y que fue expuesta por comentadores burgueses hace apenas unos seis meses–, ya no se considera una hipótesis seria.La severa contracción de los gastos de consumo en Estados Unidos repercutirá de forma dramática en China. Lo que es más, una reducción de las importaciones, por su propia naturaleza, tendrá como resultado una ralentización de la tasa de crecimiento de China, y el consumo interior chino tampoco será capaz de pagar los platos rotos.

De hecho, China misma podría desencadenar un empeoramiento de las desgracias económicas del capitalismo mundial, agravando la espiral descendente, que, a su vez, tendría un efecto retroactivo sobre el país. La base de consumo de China es demasiado reducida para amortiguar las repercusiones que la caída económica mundial puede tener sobre el propio país. La situación a la que se enfrentan Estados Unidos y el mundo, así como el movimiento obrero a escala internacional, no es sólo una crisis, sino una cadena de crisis que se prolonga en el futuro. La causa inmediata de agitación en China –que, dada la alta tensión social existente, podría desembocar en una revolución– podría no residir sólo en un debilitamiento del crecimiento, sino en la inflación. Ésta última ha aumentado considerablemente en los últimos tiempos.

Otro desencadenante podrían ser los efectos de un desastre natural o, tal como han demostrado recientes experiencias, una combinación de desastre natural, como el intenso invierno, y la paralización del sistema de transporte en el Año Nuevo chino.

La cuestión del medio ambiente planetario y la amenaza planteada por el calentamiento global, constituye también un factor a incluir en la horrible situación que se le avecina al capitalismo mundial. Las consecuencias del calentamiento global y el cambio climático, en forma de hambrunas, sequías y erosión de terrenos, supondrán una amenaza para millones de personas, forzarán nuevas migraciones e incrementarán los conflictos por los recursos naturales. Incluso sectores de la burguesía reconocen la amenaza que representa esta potencial catástrofe.

No obstante, sin un plan internacional de producción no será posible resolver esta cuestión, que está cobrando cada vez más relevancia y urgencia.Entre los países que se verán afectados –tal vez incluso más que el resto del mundo en un principio– no faltará Estados Unidos. Naomi Klein ha comentado que las “clases han vuelto”.

El 48% de la población se declara ahora en contra de “los que tienen” y viven a expensas de “los que no tienen”. El dato revela una duplicación de este sentimiento en el transcurso de 25 años. La multiplicación del fenómeno conocido como “jingle mail” (los propietarios abandonan sus viviendas y devuelven las llaves por correo al prestamista), con una cifra potencial de entre dos y tres millones de familias que perderán sus viviendas, ha echado por tierra la idea de la “democracia de los propietarios”, anunciada por Thatcher y políticos burgueses estadounidenses, como Reagan. Aquí, se trataba de una expresión moderna del concepto de “tied cottage” (viviendas cedidas en usufructo a trabajadores agrícolas) que la burguesía inglesa propagó durante su ascenso en el siglo XIX. Mediante las llamadas “company houses” y tiendas, este método se percibió como un instrumento para atar a la clase obrera a los capitalistas y su sistema. Los precios monopolizados y el desalojo de huelguistas de dichas viviendas, acabaron con estas ideas al tiempo que la clase obrera luchaba por la independencia de clase.

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